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domingo, 14 de noviembre de 2010

PINOCHO



Érase una vez un grillo que se llamaba Pepito grillo. Era pequeño, tenía los ojos de color azul celeste, vestía con una chaqueta destrozada, unos zapatos rotos por la punta, un sombrero abierto por arriba y un garrote.

Una noche de invierno paseaba por la calle; tenía mucho frío. Se metió en una casa; había una candela encendida. Cogió un ascua y se calentó con ella. Mientras se calentaba le llamó algo la atención: había un muñeco de madera. Era un títere. Estuvo jugando allí con él en las cuerdas que lo aguantaban. Se oyó algo, como acercarse una persona. Lo que pasaba es que venía el dueño de la casa, que se llamaba Llepeto. Pepito se escondió detrás de un bote y el dueño no lo vio. Él se fue a dormir. Antes de dormirse pidió al hada madrina que convirtiera a Pinocho en un niño de verdad. Pepito también se acostó; dormía en una caja de cerillas. No podía dormir porque había mucho ruido con los relojes y dijo -¡silencio!-, y todos los relojes se pararon. Cuando se calmó todo, se durmió. De repente entró una luz brillante a la sala; era un hada. Pepito dijo -!y ahora que más! El hada se fue hacia Pinocho y lo convirtió en un niño de madera y le dijo: -Si te portas bien llegarás a ser un niño de verdad. Le dijo que tenía que tener una conciencia y le contestó Pepito: -Yo puedo ser su conciencia. Le dio con la varita mágica y toda su ropa vieja paso a ser elegante.

Pepito se puso a hablar con Pinocho y a jugar con él. Éste se tropezó, se cayó a unos cacharros y se oyó un ruido muy fuerte. Llepeto se despertó muy asustado y sacó una escopeta de debajo de la almohada. Iba con las piernas temblando y el gato Fígaro le dio un susto y se asustó mucho. Pero siguió andando con la escopeta. Entonces vio que era Pinocho que se había caído de la estantería. Se dio cuenta de algo, ¡Pinocho hablaba! y se quedó alucinado. Se lo llevó a la cama con él y se durmieron los dos.

Al día siguiente, cuando se despertaron, Llepeto le preparó los libros a Pinocho. Se fue para la escuela con Pepito. Por el camino se encontró con un zorro y un gato que eran malos. El zorro y el gato vieron a Pinocho y lo quisieron engañar. Él, como era tan bueno, se fue con ellos. Pepito le dijo que no se fuera pero él no lo obedeció. Los malos se lo llevaron a un teatro para venderlo y obtener dinero por él.

El hombre que lo compró lo quería usar como marioneta sin hilos, porque llamaría más la atención del público cuando vieran que no los llevaba. De esta forma ganaría mucho más dinero y se haría rico. El hombre lo encerró en una jaula. Pepito llegó y, como no pudo abrirla, apareció el hada y lo salvó. Se lo llevó a casa y por el camino se encontró con los malos; se lo llevaron a “La isla de los juegos”.

Por el camino conoció a un niño llamado Polilla. Cuando llegaron a “La isla de los juegos” había juegos para los niños y empezaron a jugar.

El dueño lo que quería era convertir a los niños en burros y después venderlos. A Pinocho sólo le salieron orejas y rabo de burro porque Pepito llegó a tiempo y lo saco de allí.

Cuando llegaron a casa no había nadie. Una paloma del hada le dio una carta diciéndoles que Llepeto se lo había tragado una ballena.

Pinocho salió corriendo a buscar a su papá y Pepito fue detrás de él. Cuando llegaron a la orilla Pinocho se ató una piedra al rabo para llegar al fondo del mar. Encontró a la ballena y se lo tragó. Pinocho dio con su papá y se le ocurrió una idea para salir de allí; consistía en hacer una hoguera para que la ballena estornudara. Entonces estornudó y salieron disparados hacia fuera. Cuando Llepeto reaccionó vio que Pinocho estaba muerto.

Cuando estaban en casa apareció el hada y por haber sido tan obediente y bueno lo convirtió en un niño de carne y hueso. Llepeto se puso muy feliz porque por fin tenía un hijo y lo celebraron.

Autor: José Manuel Aguilera Llamas. 6º de Primaria. Aldea de Lagunillas

1 comentario:

  1. Magnífico, precioso, ejemplar, es el cuanto perfecto. Me ha encantado.

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