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miércoles, 17 de noviembre de 2010

El mejor yate y la peor casa



Lucas y Clara, una pareja de recién casados, realizaron en su luna de miel un fantástico viaje en yate con unos amigos por la playa del Caribe. Los amigos sólo estuvieron el primer día, sin embargo, Lucas y Clara estuvieron dos semanas; una semana en el yate y la otra en un hotel de lujo carísimo.

Tardaron 12 horas en avión hasta llegar al Caribe. En el momento que llegaron, tenían una limusina esperándole en el aeropuerto y varios sirvientes contratados para transportarle las maletas y todo lo que necesitaran.

Ellos se subieron enseguida a la limusina tan lujosa y grande que habían contratado. El conductor era muy noble y atento con sus pasajeros. Los amigos no paraban de preguntarse cómo sería el famoso yate, ya que era el mejor que había.

En el momento que llegaron al yate el conductor le dijo que volvería la semana que viene, que si había algún problema lo llamaran sin dudarlo un momento.

Todos ellos estaban ilusionadísimos con montarse en aquella virguería de yate; tan grande y espacioso como lujoso, con todo tipo de comodidades.

Al entrar dentro pudieron observar que tenía de todo lo que ellos se imaginaban. Era casi como su casa; inmenso, con dos baños, 2 dormitorios, la zona del patio con una mesa y varias sillas, un gran salón donde podían hacer cenas, cubertería muy fina, unos armarios muy grandes para guardar sus vestidos de gala, y un gran baúl para guardar las joyas y los accesorios…

El primer día todo fue fenomenalmente. En la cena brindaron por que todo fuera bien y se lo pasaron genial juntos esa semanita. Después todo fueron risas e incluso carcajadas. Se acostaron demasiado tarde; eran las tres de la madrugada.

El siguiente día por la mañana se fueron a la terraza a ver un castillo que había en el mar que se llamaba El Castillo de Transisbailes. Por la tarde después de almorzar, como era verano, se tiraron al agua para darse un refrescón. A la noche todos se vistieron con trajes de gala y tuvieron una cena con mucho glamour.

Todos los días hicieron una cosa distinta y el tiempo se les pasó volando. Se lo pasaron genial pero, por desgracia, los amigos se tuvieron que marchar porque ya había acabado aquella semana.

Llamaron al maravilloso conductor tan amable, al que le dijeron que contratara a otro chofer para que llevara a los amigos al aeropuerto, y a ellos al hotel de lujo. Él, encantado, les dijo que por supuesto, que en un momento estarían allí los dos. Al momento llegaron y cada uno se fue a donde le correspondía.

Cuando llegaron al hotel les dijeron que alguien le había llamado anulando la reserva y que ya lo sentía, pero no le quedaban habitaciones libres. Ellos estaban muy preocupados ya que no tenían lugar donde quedarse.

Comenzaron a buscar un lugar pero solo había en una casa abandonada, donde por la noche se escuchaban ruidos. Ellos no querían pero no tenían otro lugar y se tuvieron que quedar, ya que no sabían donde pasar la noche.

Para cenar salieron porque no había ni donde cocinar. Para dormir no les quedó ninguna otra opción y pasaron la noche allí.

A la mañana siguiente te tuvieron que pedir un billete de avión y volver a Marbella para contarles a sus amigos la desventura que les había pasado.

Autora: Paola Nieto Casado. 6º de Primaria. Aldea de Lagunillas.

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