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lunes, 22 de noviembre de 2010

Los zombis


Había una vez un niño y una niña que se llamaban Tom y Gabriela. Eran los mejores amigos del mundo ya que lo compartían todo, desde juegos hasta secretos.

Un día, en la biblioteca de la escuela, estos se encontraron y fueron a buscar algún libro para leer en su rato libre. Gabriela cogió un libro, pero como no le gustó, lo volvió a meter en la estantería. Esta se giró y los dos niños con ella.

Tom y Gabriela descubrieron que había otros muchos estantes llenos de libros. Allí donde habían ido a parar los niños decidieron que no volverían a ir hasta que toda la gente se fuera. Así lo hicieron. Cuando se fue toda la gente quedaron allí y volvieron a sacar y a meter el libro; la estantería se giró y empezaron a ver los distintos libros que había. Por casualidad Tom se encontró un libro de magia oscura, avisó a la niña y comenzaron a mirar los hechizos. Visualizaron un hechizo, que si lo pronunciaban bien, podrían despertar a todos los muertos. Ellos fueron al día siguiente al cementerio y pronunciaron bien el hechizo. Todos los muertos se convirtieron en zombis, se levantaron del lugar donde habían sido enterrados y partieron hacia la ciudad para comer carne humana.

Al salir del cementerio las personas se partieron de risa por que pensaban que era gente disfrazada. Pero cuando vieron que empezaban a morder, la gente se alarmó y pensó que en sus casas estarían a salvo. Pero no, los muertos vivientes tenían la suficiente fuerza como para tirar una puerta o dos si eran necesario para poder comer.

La expansión de los zombis empezó por Estados Unidos que, en un día fue conquistado. Todas las personas de los distintos lugares del mundo fueron convertidos en zombis menos los de China y los dos niños que se escondieron en una iglesia. Allí no podrían olerlos ni capturarlos, ya que la puerta era muy pesada, grande y de hierro.

Tom y Gabriela no sabían como parar lo que habían empezado porque en el libro no decía como quitar el hechizo. A los dos niños se les ocurrió la idea de volver a la biblioteca de la escuela para ver si estaba el libro donde diría el conjuro para quitar la magia.

Los niños fueron a la escuela y miraron para ver si estaba, pero no lo encontraban. Resultó, que Gabriela lo vio encima del estante más alto. Uno se subió encima del otro y lo consiguieron. Ellos fueron a lo alto del cementerio y pronunciaron el conjuro. Todo desapareció y volvió a la normalidad como si no hubiera pasado nada.

Los niños se prometieron que no volverían a ese lugar.


Autor: Óscar Matas Muñoz. 6º de Primaria. Aldea de Lagunillas.

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