
Os voy a contar como nos quedamos sin excursiones para siempre gracias a Don Emilio. Por cierto, me llamo Pepa.
Todo empezó cuando Javier, Laura y yo empezamos a aburrirnos en clase, y es que, ¿cómo no nos íbamos a aburrir si cada trabajo que mandaba don Emilio era más difícil y raro que el anterior? En el último que nos mandó teníamos que inventarnos el diálogo de una célula con otra. ¿Es qué a caso eso es normal? Porque yo no lo creo.
Así que decidimos hablar con el delegado de clase que se llamaba Jaime:
– ¿Qué hacéis por aquí?- dijo el delegado nada más vernos.
– Queremos que nos hagas un favorcillo- contestó Laura.
– Así que necesitáis mi ayuda- replicó él al instante- Los mismos que antes no me daban chicles ahora necesitan mi ayuda, que ironía ¿verdad?
– Déjate de tonterías, lo que queremos es que hables con nuestro profesor para que organice algo divertido- dije yo muy convencida.
– ¿Como una actividad extraescolar?- contestó Jaime.
– Sí, eso- dijo Javier- A cambio te daremos chicles siempre que quieras.
– ¡Hecho!- replicó contento- Mañana mismo Emilio os informará de lo que haremos para no aburrirnos tanto, porque a mí, también me pasa.
Al día siguiente, sin falta, estaba diciendo mi profesor las siguiente palabras con una voz muy alegre:
– Queridos alumnos, les informo de que el lunes iremos de excursión al zoo de Córdoba, deberán traer desayuno y ropa cómoda. Eso es todo.
– ¡Bieeeeen!- gritemos todos a coro.
Ese mismo lunes, todos esperábamos al autobús como locos por ver a esos animales. Unos pensaban con quién se sentarían y otros comprobaban que lo tenían todo en su mochila correspondiente.
Ya en el zoológico, nos enseñaron un tigre, cinco monos, dos serpientes y un hipopótamo.
– Visitad vosotros mismos el resto del recorrido- dijo don Emilio cansado de tanto andar. Os espero aquí en media hora.
Todos nos dirigimos hacia nuestros animales favoritos: los chimpancés; y es que, al ser tan divertidos, nos interesaban más.
Había un mono que parecía que se reía de nosotros. A mí y a Laura no nos molestaba, pero había a quien sí, como por ejemplo Javier.
– ¡Eh! ¿De qué te ríes mono idiota?- dijo Javier enfadado.
El mono volvió a reírse, pero esta vez más fuerte.
– ¡Cállate de una vez!- replicó él y dio un golpe a la puerta de los chimpancés, haciendo que se abriera completamente.
Entonces apareció don Emilio y el chimpancé chistoso se montó en su cabeza y agarró una especie de peluca o peluquín.
– ¡Está calvo!- dijimos todo a la vez.
Entonces don Emilio dijo:
¡Prohibido ir de excursión!
Autora: Verónica Bermúdez. 6º Lagunillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario